Al pizcar el trigo descubrimos su semilla escondida en la espiga.
Brincamos, rodamos y nos acostamos sobre el trigo.
Después lo desgranamos de diferentes maneras: con los pies, un palo o dos tablitas.
La molienda fue toda una experiencia. Los niños conocieron el molino, escucharon su sonido, tocaron la semilla y después ¡la harina!
Gracias Toño por compartir tu tiempo, tu sonrisa y tu cercanía con los niños.
¡Hicimos pan con el trigo de nuestra cosecha!
El sabor del pan después de vivir el ciclo completo es diferente; sabe a vida, tierra, lluvia, trabajo compartido, descubrimiento, interrelación y asombro.
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